sábado, 18 de octubre de 2014

Querida amiga.

Querida amiga:

Estoy escribiendo esto a oscuras así que disculpa si tengo la torpeza de confundir las letras. Tan sólo quería charlar sin que te sientas obligada a responderme, así que no te avisaré de que te he escrito esto. Así, si por alguna jugada del destino lo encuentras, puede que por lo menos te saque una sonrisa.

Probablemente estás letras no serán leídas y quedarán flotando sin dueño, esperando a que alguien las recoja, pero prosigo con mi monólogo. Estos días estamos tan apartadas que creo que la parte de mi corazón que me une a ti se está resquebrajando. Duele bastante, pero no es culpa tuya. No es culpa de nadie. No estamos en una época en la que podamos hablar de muchas cosas, ¿verdad?

Creo que la presión nos está aplastando. Queríamos ser rompecorazones sin sentimientos con una sonrisa en el rostro y olvidamos que nosotras también tenemos alma. Y, a decir verdad, también tenemos demasiado peso sobre los hombros.

Esperemos que soportemos esto y tras el proceso acabemos siendo diamantes. Creo que nos lo merecemos, al menos tú. Sólo quiero que sepas que me faltas, como muchas cosas estos días, pero con un hueco más grande que las demás. Quiero que sepas que espero con ansia ese día en el que tomemos un vuelo que nos lleve a nuestro hogar. El primer día en nuestra nueva universidad. Nuestra librería. Darte abrazos todos los días del año. El sonido de nuestras máquinas de escribir al compás.

Queda menos.

Con cariño,

-m

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